No voy a escribir en contra de los
días de, pero salvo que sea el día del pejerrey, del huevo o lo que fuere, que da para comentar y reírse un rato, si los acepto. Pero si es el día de una persona X no me gustan. No les encuentro mucho sentido, mas no sea el comercial.
Por ejemplo, el 14 de febrero es, en el calendario cristiano y sólo en el calendario cristiano, San Valentín. Y ya. Que el Valentín ese haya sido un salame que casaba cristianos en lugar de cazarlos, como era la moda en el imperio, es un detalle nomás. No nos hace ni más ni menos románticos, ni enamorados, ni un carajo.
Los
días de pasan más bien de largo. Salvo por el día del niño que si no le hago regalo al Toto, me come cruda (el próximo será x 2!!!) y por el día del amigo, que es una buena excusa para salir de joda (como si necesitáramos de una excusa…). Ni día del padre, de la novia, del abuelo, del ahijado, de la secretaria, ni nah. En casa nunca le dimos mucha bola a ninguno.
Mi madre, sra maestra de primaria, siempre despotricó con los días esos, porque sus alumnos en general vienen de familias poco tradicionales, totalmente disfuncionales (aunque cada vez son más las disfuncionales, así que esas deberían empezar a ser las tradicionales ahora), donde no hay padre o madre o hay muchos y no se sabe muy bien quién es quien. Al día del padre, en su colegio, lo pasa lisa y llanamente de largo, porque siguen siendo mayoría los padres ausentes. En cambio, al día de la madre lo festejan como el día de la familia y así evitan conflictos para esos chicos que no la tiene a mano, sea porque está en cana, se haya ido con el hermano del tío del suegro de la vecina o por lo que sea que no esté.
Yo creo que debería ser el día del hijo. Hoy o cuando sea. Porque todos somos hijos. El ser madre es sólo para aquellas a los que le fue dado ese don y lo aceptan, porque no a todas les toca, y, a veces, no se elije y se es (aunque muy bien sabemos que parir no significa ser madre) o se elige no ser madre, pero, les guste o no, todos somos hijos.
Si se puede elegir se buen o mal hijo, eso está en nosotros.
Para mí, ser buen hijo es ser consecuente, protector y piadoso con nuestros padres, porque no hay escuela para ser padres, mucho no se transita antes de serlo, por eso se hace lo que puede. Y, aunque cueste creerlo, los padres son personas, que se equivocan y ese es, para mí, el factor determinante que nos hace adultos: descubrir y reconocer que nuestros padres no son superman ni eternos.
Y saber que en determinado momento el círculo se cierra y nos toca a nosotros cuidar de ellos. Así que pensemos seriamente cómo queremos ser. Y aquellos que hayan tomado la determinación de ser padres (ahora o más adelante) piensen muy detenidamente cómo son como hijos. Y no acordarnos de alguien sólo porque dicen que es su día.