martes

Mapas

Un francés, un inglés y un japonés entran a un bar... No, creo que me equivoqué, esto no es un chiste. Entonces, ¿cómo es que comienzan los cuentos de hadas?... ¡ah si!: Érase una vez... Mmmmm, me parece que tampoco, si hay algo que no se parece a un cuento de hadas es esto.
Mejor empiezo por el principio: esto paso no hace tantísimo tiempo ni en un reino muy, muy lejano, sino más bien en uno de esos barcitos perdidos de la ciudad de Buenos Aires, esos en donde casi todo es posible y las personas más inverosímiles se juntan a tomar una cerveza y a charlar, aunque no se hubiesen visto nunca antes en sus vidas.
Pues bien, eran alrededor de las 5 de la mañana, hora en que ya no queda mucho más por hablar ni muchas personas con quienes hacerlo y, sin embargo, es cuando muchas de las más brillantes ideas surgen (por supuesto, este no es el caso).
Los primeros reflejos de la luz se filtraban a través del vidrio y comenzaban a molestar a los cansados ojos de las pocas personas que quedaban sentadas en las mesas contra las ventanas del local. Y fue así como tres caballeros, uno muy delgado y vestido de blanco, otro más bien gordo y un tercero que disimulada su avanzada calvicie con una trenza, empezaron a charlar.
-Sobre nosotros
Salpicando la noche
Navega el alba- dijo uno de los hombres de la mesa, que estaba vestido completamente de blanco.
-¿Qué que? - preguntó el más gordo de los tres, tratando de despertarse un poco.
-Que esta saliendo el sol - dijo el tercero, quien ya conocía algunas de las costumbres y manías del primero. -Lo que pasa es que a esta hora se le da por los haikus - agregó, mientras se desperezaba un poco.
-¿Haikus? - pregunto el gordo con un gesto de impaciencia.
-Si, haikus, haikus. Lo que está sucediendo en este lugar, en este momento - respondió el primero con tranquilidad.
-¿Y eso con que se come? Yo conozco el sushi, ¿no es lo mismo? Explicate...
-¡Cómo te gustan las definiciones, gordo! OK, sólo por hoy, voy a hacer una excepción: el haiku es un poema breve, casi siempre de diecisiete sílabas distribuidas en tres versos, de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente, aunque no invariablemente, que trata de describir de forma brevísima una escena, efímera a veces, que fue vista o imaginada.
-Ahhh ¿Tanto quilombo para decir que está saliendo el sol? Pero... ¿qué es el sol después de todo? - preguntó de nuevo el gordo que, a juzgar por su palidez, se notaba que la luz del día era algo bastante rara para él. -Según entiendo, tenemos dos ideas que representan al sol. Una de ellas la recibimos a través de los sentidos y procede de la cosa, del sol en sí; la otra la recibimos a través del estudio astronómico y el cálculo. ¿Cuál de estas dos ideas se parece más a lo que realmente es el sol? Para mí, respuesta es clara: la que recibimos del mismo sol, como cosa u objeto que vemos, es la que más se aleja del sol verdadero, sino que la idea que no procede de la visión del sol, la científica, que dice que está a una distancia promedio de 149 millones de kilómetros y que si consideramos que la velocidad de la luz es de 300.000KM/s, la "caricia" originada por el sol demora más o menos unos 8 minutos en llegar a la tierra, es la que más se parece a lo que el sol realmente es.
-Puede ser - indicó el tercero -pero estás dejando afuera un montón de cosas. Porque el sol es más que una masa de gases incandescentes, es noticia todos los días en secciones de los diarios, noticieros de TV, programas de radio, sitios de Internet. El Sol es noticia aún en los ascensores donde siempre, para no quedarnos callados, ensayamos algún comentario sobre el clima entre piso y piso.
-También es tomar sol y dejar que su energía nos llene y nos conquiste - completó el de blanco. -No voy a caer en la obviedad de decir “hay que ser uno con el universo” ni “hay que fundirse con las cosas que nos rodean”, pero tampoco hay que alejarse mucho de eso. Tenés que buscar ese algo más de las cosas que sobrepasa los datos concretos, “científicos” para usar tus palabras.
El gordo miró, con extrañeza, por primera vez con real detenimiento a ese sujeto particularmente delgado. Se enderezó, se acomodó, se estiró un poco y, luego de bostezar, dijo: -¿Algo más? ¿Cómo que?
-Lo que sea que te inspire, que te ilumine. No tengo recetas para darte, pero si te puedo decir que lo que es el sol y lo que éste represente depende de cada uno, de cómo lo sienta. No hay un método, la enseñanza no está basada en escrituras, sino que es transmitida de corazón a corazón, de maestro a discípulo, a través de la realización de la propia naturaleza original que tiene lugar gracias a la práctica de la meditación o del arte zen.
-Como los haikus, por ejemplo...
-Ponele.
-¡Deberías salir a tomar sol! - agregó el pelado. - Lo que pasa gordo es que vos vivís puertas adentro, entre frasquitos y tubos de ensayo y en el mundo de los sentidos y los sentimientos, el sol puede ser una causa y una consecuencia de muchas cosas pero en tu mundo de las ciencias exactas te preguntas por las causas y esperas que existan, que sean “reales”. Y con el sol uno no piensa en la composición y la estructura físico-química de esa estrella, sino que se acuerda de las playas visitadas, de los paseos, o te acordás cuando estuviste con una mina fantástica una noche y cuando la viste de día resultó ser un bagayo.
-¡Ja ja ja!, si te habrá pasado...
-Hablando en serio - retomó el pelado un poco ruborizado, -nuestra representación de las cosas, del sol o del mundo y aun nuestra propia identidad, no se corresponden con una descripción estática y fija, sino que es una historia viva o dos versiones de la misma historia si prefieren, que se desplazan progresivamente al ritmo y compás con que el uno mismo se desplaza por el tiempo.
-Y hablando de tomar sol - añadió el gordo -imaginá que sacas un dedo por una ventana en la atmósfera y te preguntas qué cantidad de energía recibe la yema de mi dedo del sol, yo te digo que el valor medio es de dos calorías por minuto por centímetro cuadrado, o sea, la yema del dedo, de 1 cm2, recibe 2 calorías de energía por cada minuto que pasa...
-¡Dejá de largar datos! - dijo entre risas el pelado. -No hay caso che, ese es tu mapa del sol y parece que cualquier especie de dato sensitivo, sensorial, no fáctico se queda afuera. ¿Y el calorcito que te llega cuando, en pleno invierno, vas caminando por una vereda al rayo del sol, eh? Existen un número infinito de diferencias a ser observadas alrededor y/o dentro de un objeto y de esta infinitud elegimos un número muy limitado, que se convierte en información. De hecho, lo que entendemos por información, la unidad elemental de información, es una diferencia que hace una diferencia.
-Uhhh, y después me decís a mi que ando largando datos por ahí. Además, de tu “número infinito de diferencias” yo elijo los datos reales, comprobables, los que puedo estudiar cien mil veces y siempre voy a tener el mismo resultado, los que pueda acceder desde el laboratorio o desde mis razonamientos, mi inteligencia. Los demás dejáselos a los artistas, a los poetas o a este flaco y sus haikus y su vida sana llena de milanesas de soja.
-Bueno, bueno. No tenés porque ponerte así - dijo el de blanco tratando de calmar los ánimos y haciéndole señas al mozo para que les llevara otra cerveza.
-Me parece que aunque sigamos hablando y hablando todo el día, no nos vamos a poner nunca de acuerdo nosotros dos - dijo el pelado. -Pero igual te agradezco los muy interesantes datos sobre la energía y las calorías del sol sobre mi dedo.
-Che, ¿me parece a mí, o el mozo nos está echando? - interrogó el gordo, un poco más tranquilo, al ver que el pedido de la nueva botella de cerveza era rechazado.
-Me parece que si. Mejor nos vamos a la plaza - propuso el de blanco.
-No, yo no puedo - se atajó el gordo. -Me tengo que ir a laburar.
Y así fue como estos tres caballeros, luego de ser echados por un mozo que tenía muchas ganas de irse a dormir y no de escuchar una discusión que no iba a llegar a nada sobre el sol, se retiraron, cada uno por su lado, aunque de tanto en tanto se reunían, cerveza de por medio, a charlar de las cosas de la vida.
 
 
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