Sabado, ni tarde ni temprano, ni frio ni calor. Tranquilidad (en un principio por lo menos), una mesita, una 7up, unas cervezas, un escenario muy cerca.
Un sonido mítico, místico y en el medio del escenario Mollo, Arnedo y el pequeño Catriel (Iñaki de ayer en adelante)... Magia, mucha magia.
Ver a Divididos en La Trastienda es, sin lugar a dudas, una de las mejores experiencias musicales de mi vida.